Tabúes sobre los que es mejor hablar


¡Hola a todos y feliz sábado!

Actualmente estamos tratando en clase un tema que normalmente no suele comentarse abiertamente ya que causa mucho rechazo social: el suicidio. Ya de por sí, es un tema controvertido en adultos, por lo que, en niños y adolescentes, la cosa se pone complicada. Hoy os quiero hablar desde mis limitados conocimientos sobre este tema, pues me parece algo preocupante. El suicidio es la primera causa de muerte no natural que actualmente tienen nuestras sociedades. Y no sé a vosotros, pero a mí se me enciende una lucecita en la cabeza (metafóricamente, claro) que grita ¡cuidado!  

Normalmente, hay una creencia popular que dice que si a alguien con problemas (de tal calibre que puedan llevarle a provocarse a sí mismo/a la muerte), le hablas del suicidio como tal, aumentarías las posibilidades de que esto ocurriese. Pues bien, esto es totalmente falso. De hecho, ocurre al contrario. Si normalizamos la situación, las personas que están planteándose esa salida, pueden acudir a nosotros a por ayuda. Si expresamos que comprendemos realmente que puede haber situaciones que te lleven tan al extremo, estamos siendo empáticos con ellos y diciéndoles de manera indirecta que pueden confiar en nosotros para poder cambiar esa situación. En cambio, si hay una desinformación sobre el tema unido a un rechazo social de tal calibre, estas personas no se sentirán apoyadas ya que para nosotros sus problemas no tendrían importancia y al final, este silencio acabaría con el peor final posible. 

El suicidio todos sabemos lo que es: la provocación de la muerte por uno mismo. Pero desde la Psicología, se amplía el foco de estudio hacia una visión que amplía el comportamiento suicida. De modo que, bajo este enfoque, se pueden entender como comportamiento suicida las ideas o los deseos suicidas, los intentos de suicidio, las autolesiones o bien, los suicidios consumados. 

Por ello, lo fundamental siempre que se den posibles casos es la prevención. Antes hablaba de que hay mitos sobre el suicidio, pues os dejo otro por aquí: quien se va a suicidar no lo dice y quién lo dice no lo hace. Otro fatal error. De hecho, el 70% de las personas comunican su intención de hacerlo aproximadamente 3 meses antes o dejan algún tipo de nota. 

Con todo esto, como psicólogos y psicólogas o incluso familiares, ¿qué debemos hacer? En primer lugar, si alguien está en una situación tan desesperada que la única salida es quitarse la vida, se debe tener dicha situación muy en cuenta y actuar de manera inmediata. En segundo lugar, los mensajes o intentos están señalando un nivel de sufrimiento que el clínico no puede desatender. Por último, debemos luchar contra los mitos sociales y tachar de tabú al suicidio. No es que sea un tema prohibido, sino que es un tema del que se DEBE hablar, porque así evitaremos daños mayores si una situación se ignora. 

¿Cuál es la incidencia del suicidio en infancia y adolescencia?

Como se ha hablado hasta ahora, se trata de un tema tabú ya en la adultez, por lo que en la infancia y en la adolescencia las cifras de afectación suelen ocultarse en mayor medida, tanto activamente como pasivamente. Además, se pueden confundir fácilmente con accidentes, con lo que la estimación de la incidencia real se hace muy complicada. 

Sí que se sabe, por estudios realizados a casos en la población española, que los medios para consumar el suicidio varían con la edad, siendo los más comunes saltar desde cierta altura, el ahorcamiento, arrojarse al tráfico o mediante envenenamientos. En cuanto a la epidemiología, normalmente es 3 veces superior en hombres que en mujeres, pero son estas últimas las que lo intentan 3 veces más que los hombres sin éxito. En menores entre 5 y 15 años se está incrementando la prevalencia estos últimos años y hay una cantidad de 12.000 menores en este intervalo admitidos en salud mental por una demanda relacionada con suicidio. 


Con estos datos y siempre siendo cautelosos con las estadísticas, cabe mostrar cierto grado de preocupación por esta realidad, ¿no creéis? Por ello si hay alguien en vuestro entorno que sufre, no lo ignoréis, porque una mano tendida a tiempo salva.

Hasta la próxima semana.

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